11 de abril de 2017

Otra fuente

Lo leído deja un rastro. Es tenue. Lo seguimos. En el margen a veces una palabra, otras veces un punto. Casi siempre una línea dibujada con lápiz. También tenue. Casi todo olvidado. ¿Ha modulado imperceptiblemente un interior? Quizás. Pero ¿cómo saberlo? De nuevo el libro abierto. Uno que esperó hasta que llegó su tiempo: “La luz que brilla sobre el muro, podría verla de forma incorrecta si no dirigiera mi ojo allí donde brota. Y aun cuando la tome allí, debo permanecer libre de ese brotar; debo tomarla tal cual es, sostenida en sí misma.” 

Hay una indicación para mirar hacia el lugar donde brilla la luz. Una indicación sobre cómo mirar. Se encuentra en un texto del Maestro Eckhart. El fruto de la nada. ¿Cómo mirar? Dirigiendo el ojo a donde la luz brota. ¿Dirigiendo el ojo al muro? En absoluto. El muro es porque hay luz. La luz hace surgir el muro. El muro aparece, las cosas aparecen en la luz. ¿Surge del sol? Así dice la ciencia, pero sólo en cierto modo. Para ver la luz hemos de buscar otra fuente. La luz que está en el muro, brotando, que se ha posado en él, está ahí para quien mira. Está en quien mira, estrictamente. Como la forma en que la rugosidad del muro se muestra y lentamente cambia en el declinar de la tarde. Ha pasado un instante. Detrás del muro un árbol deposita su sombra. Alguien observa. ¿Cómo permanecer libre de ese brotar? Permanece libre quien mirando el muro dirige su ojo hacia la fuente. Hacia la luz. ¿Ver la luz es ver la mirada? Para ver la mirada la dirigimos hacia dentro, aún sin negar que el muro existe y se nos muestra, y que en él aparece la rugosidad, el brillo del mundo bajo la luz. Antes escribió Eckhart: “Cuando quiero obtener la imagen de una cosa, por ejemplo, de una piedra, entonces atraigo de ella en mi interior lo más tosco; lo extraigo de ella hacia fuera.” La cualidad de la piedra se forma dentro. En los insondables, lejanos sentidos internos. ¿Qué es sentir? Algo tan familiar, tan transparente, que no lo conocemos. Hacia allí volvemos el ojo: hacia el adentro donde se forma el afuera. ¿Hacia el límite? Hacia un lugar donde callar y permanecer, donde brotar.