1 de octubre de 2015

Preguntar


Releer lo escrito. Tiempo atrás: hacerse todas las preguntas para llegar al silencio. Un esbozo de algo parecido a un pensamiento. En cualquier caso, insistir ahora en las preguntas no resueltas. En ellas ha anidado un enigma. Escribe Trías: la interrogación es el único lenguaje posible ante lo trascendente. La interrogación, entonces, como lenguaje del límite, o forma en que el lenguaje, al acercarse al límite se cuestiona a sí mismo. El habitante del límite es un ser que pregunta. O mejor: un ser que se pregunta (porque, una vez llegado al límite, ¿a quién habría de preguntar?). 

Pero parece imposible hacerse todas las preguntas, si no existen preguntas a la espera de ser formuladas. Existe acaso un preguntarse, un descubrir poco a poco la pregunta ante la cuál sentimos que nos acercamos a un extremo del mundo, del lenguaje. ¿Basta con llegar hasta él y permanecer en silencio? Quizás: sin eludir el peligro pero tampoco entregarse, como un equilibrista que se detiene.