12 de octubre de 2018

El canto

Afinamos el órgano para el canto más débil: una voz. Levantas una piedra; la habitan seres con propia duración. En ellos no hay quietud, como en el árbol hueco, o en el acceso de la madriguera custodiada: tampoco allí hay silencio. 

Ahora torrente abajo, como las plantas que se vierten en el campo: mata, espino blanco. O bien la zarza, eclipse del sendero. (Pero no el helecho, tan fácil de pisar) 

1 de junio de 2018

Hacer memoria

Un río atraviesa el bosque. Sabemos del hallazgo de un lugar en su cauce. Lo ha fundado quien camina cada día desde la casa: cruza la huerta, rodea un árbol, y se sienta en la orilla, aunque está húmeda.

Ahora el arco se aproxima y una cuerda se tensa. En la casa se otorga, muy despacio, la serenidad. La luz está posada sobre el rostro de una mujer. Su escucha abre un sendero en la memoria: pensamientos musicales, claros. La mano, con un gesto, apunta al interior: es aquí. Y así era. Siguiendo aquella orden he llegado también.

Comienza un diálogo en la habitación silenciosa del río. Al otro lado un animal deja las huellas que después seguimos. No hizo falta cruzar, sólo observar el movimiento. El animal se esconde en su ser. Visible o no, el animal es eterno.

29 de mayo de 2018

Ambas orillas

— No sé si existe el exterior. A veces, frente a las cosas, siento que no están allí donde las veo. El ojo parece proyectarlas sin recibir nada de ellas.
— ¿Quieres decir que la visión es un sueño, y que la misma solidez no es más que una ilusión? 
— No exactamente... ¿cómo podría ser un sueño? Sería preciso, entonces, alguien que durmiese, y que el durmiente pudiese despertar.
— Si el exterior no existe más allá de quien lo ve, ¿se puede decir que sólo hay una mente en la que todo se forma? El universo, en ese caso, coincide con la vida.
— Esa afirmación es demasiado optimista. ¿Por qué llamamos "vida" al mundo? Consideramos que lo vivo es el grado más alto de la existencia... cuando quizás sea, simplemente, el último. 
— Puede que las piedras, entonces, estén vivas también.
— Para nosotros, supongo que sí. Pero si las piedras pudiesen conocer... Lo inorgánico no es sino un punto de vista, una distancia. Una piedra está tan cerca... tal vez demasiado.
Admites que hay entonces perspectivas diversas. Creo que esto conlleva la aceptación de lo externo: algo diferente de nosotros, un afuera, sea lo que sea.
— Claro, la diferencia existe... Es fácil pensar en la unidad, pero difícil sentirla. Eso que llamas "afuera", me pregunto: ¿qué es? Estamos aquí, sin saber muy bien dónde. Sólo la costumbre nos permite dar, en ocasiones, pasos firmes. También las regularidades, sí, y los libros de ciencia... la materia. Caminamos sobre esas convicciones. Está bien, y es necesario. Aún así, he imaginado a veces el mundo visto desde muy lejos. ¿Podríamos alejarnos tanto de él que lo perdiésemos de vista? Quiero decir: alejarnos sin llegar nunca a otro lugar.  Al hacerlo estaríamos ya creando un universo, vacío, como una sombra del nuestro. Flotando en una oscuridad tan honda que ni siquiera nuestro cuerpo se viese ¿crees que hablaríamos aún de "lo externo"?

2 de abril de 2018

Ofrendas olvidadas

Sin centro. A la espera de un signo, cualquiera, hacia adelante en la senda. Un pájaro la cruza vaciando el aire. Lo invisible, dijiste, también ofrece resistencia. El pájaro se posa. Su vuelo precede al canto. ¿Es esto una señal? Bajo la cumbre inaccesible, dejamos todo al borde del camino: todo, salvo una imagen.

El extranjero no suele hacer preguntas. Camina pensativo por reflejarse en las cosas. Su visión, proyección densa, recorre los relieves. Madrigueras, piedras, sus discretos moradores. La opacidad ahora resiste a la mirada: como el vuelo, cruza la senda, precede al canto. 

Alguien no está. Solo hay un cuerpo, abierto, y un brotar que no es del mundo. Se olvidan las ofrendas para recibirlas más tarde otra vez. Lluvia nocturna. Humedad. Ser sensible al sonido de los pastos alzándose en el campo. La naturaleza no dicta ninguna afirmación.

13 de marzo de 2018

Espejo

Del cuerpo brotan los instantes, brotan las horas. Y va surgiendo, en el tiempo, un mundo.

El espejo se cubre de una fina capa de polvo. Lo limpiamos, pero nunca totalmente. Miramos en él. Con dificultad distinguimos su reflejo. Vemos pasar el tiempo.

La fotografía quiso ser el espejo más claro: sólo necesitaba luz. Pero hizo falta alguien, también. Y su tiempo. ¿Quién se detuvo lo suficiente? ¿Qué no vio?

Una corriente de luz por un cauce de sombra.

21 de febrero de 2018

Otra vez

¿Existe una pregunta vacía? 

Creo que fue en la primavera, no la última, ni la anterior, sino aquella de la que puedo decir que algo se abrió y creció para recibir el verano. Fue al abrirse lo que se había cerrado y se había mantenido oculto para macerar. 
 
No era el invierno un tiempo de empobrecimiento, esto supe: era de concentración. Pues nada se había perdido sino sólo dispuesto de otro modo. 

Libélulas. Un hombre sostiene una y la mira fijamente. ¿Qué misterio hay en lo que vive? El vacío. Azul como los insectos. Desaparecen sin hacer ruido. Están vacíos. 

Otra vez una palabra, y una acción, no sé si imposible: vaciar. Retomar un texto para ir vaciándolo. ¿Totalmente? No. Sólo absolutamente. Despojarlo de lo que no es. Metamorfosis inversa, crisálida de la que nada nace: escribir.

1 de febrero de 2018

17 de Octubre

Se vacían los campos. Restos de casas, ninguna huella. Sólo piedras apiladas que atentamente observa. Es tarde, pero se queda junto al árbol. Fotografía su sombra: la forma en que coincide con el borde de un tronco, las oscuras variaciones de la hierba. Siente una grave compasión. ¿Qué día es hoy? Deja espacio para escribir después la fecha. Anota: Los frutos amargos deben madurar.