12 de octubre de 2018

El canto

Afinamos el órgano para el canto más débil: una voz. Levantas una piedra; la habitan seres con propia duración. En ellos no hay quietud, como en el árbol hueco, o en el acceso de la madriguera custodiada: tampoco allí hay silencio. 

Ahora torrente abajo, como las plantas que se vierten en el campo: mata, espino blanco. O bien la zarza, eclipse del sendero. (Pero no el helecho, tan fácil de pisar)